El Manantial

Víctor García Muñoz



Suenan los violines, las flautas vibran, mis sentimientos se estremecen y en la noche oscura y desolada el tiempo se desliza con burlona prisa. Y allá, mas al este, en la casa mágica, la de los mil sueños y encantos un búho canta su trágico pasado y con burlona risa una hiena le acompaña. Un poco triste y desafinado el nostálgico grillo suena y suena, dándole vida a su arrumbado rincón.

Al fondo, en el huerto del apolillado casón, el gotear del manantial parece cantar tristemente su alegre pasado y con sus ultimas gotas parece presumir:

-Si vieran la hermosa chiquilla que me solía visitar para llevarme a pasear; como era que sus suaves y tibias manos gota a gota me acariciaba y como era que yo gota a gota su sed saciaba y en una quietud inmaculada su imagen reflejaba; si, su bella imagen; aquel rostro de placidas y tímidas facciones, que en gráciles y coordinados movimientos formaban mil caras; tenia la armonía de la bóveda celeste, al pasar dejaba un aroma que nadie igualaba; y entre pasada y pasada su vida fue dejando, su cuerpo marchitaba, hasta que un día la belleza se esfumo y junto con su alma el viaje comenzó. Todavía recuerdo aquellas manos que tenían mas vida que mi propia vida, pero tan corta la vida como un suspiro, pero bien valió vivir esa vida que lo que su cortedad le quitaba, su hermosura le inmortalizaba; era tal su viveza que poseía la cadencia del viento, el canto de las avecillas, la belleza de las hermosas flores, y ... la ternura, la ternura que nadie posee, solo Dios. -Y así, cantaba y cantaba cuando lo interrumpió la mañana, con agresivo resplandor:

-Deja que yo también te cuente, yo que lo veo todo a la luz del sol, con claridad inigualada, mas clara aun que tu saciante agua; yo que hago al gallo cantar y que sin misericordia al holgazán exijo despertar, que a las rosas adorno con collares de mil colores, dándoles día a día uno nuevo y sin igual, yo que al mundo le doy vida y ... Calla insolente -le dijo el tétrico tecolote- tu solo sabes presumir, estoy de acuerdo en tu bondad, mas no en tu ufandad; mira amigo porque no imitas a la tierra que nunca dice palabra de mas y en cambio da amor, canta amor, expresa amor; ayuda al paciente mamey a dar sus frutos, a la exótica calandria a tejer su nido, al tímido champiñón a brotar, y así, se va dando a querer por cuanta criatura existe. Si amigo, debes aprender aunque sea un poco de ella.

Y así, poco a poco, el tiempo fue pasando entre platicas y discusiones.